Cuando se acerca la Nochebuena, la actriz colombiana Paola Turbay no le pedirá a Papá Noel un Ferrari ni un collar de diamantes este año. Como mucha gente de la industria, lo que realmente quiere la estrella de Cane (CBS) para Navidad es que se resuelva la huelga de guionistas.

Los miembros del Writers Guild of America iniciaron el paro laboral a principios de noviembre, exigiendo más dinero para los guionistas de películas y para los escritores que trabajan en programas editados en DVD y transmitidos por Internet. La semana pasada, explica la actriz, terminaron todos los episodios de Cane con guiones escritos antes de que comenzara la huelga. “Dicen que tan pronto como se levante la huelga, seguiremos filmando”, dice Turbay sobre el futuro del programa.

Además de su papel en el popular programa, la ex Miss Colombia, de 36 años, tiene un pequeño papel en El amor en los tiempos del cólera, ya en cines, y está audicionando para otras películas, entre ellas una independiente al estilo “Little Miss Sunshine”. “Producción y drama histórico sobre Cuba.

Mudarse a Hollywood definitivamente la ayudó a hacer más contactos en Tinseltown. Pero Turbay no planea pasar las vacaciones en su casa de Los Ángeles. En cambio, ella y su esposo, el empresario colombiano Alejandro Estrada, de 39 años, y sus dos hijos, Alejandro, de 7 años, y Sofía, de 11, se van a Canadá a esquiar. Contrariamente a sus típicos planes navideños, la actriz no regresará a Colombia para las fiestas de fin de año. “Solo seremos nosotros cuatro”, dice, explicando con un toque de nostalgia cuánto extrañará las comidas tradicionales colombianas que su familia prepara para la celebración.

Aun así, su morada de Los Ángeles, donde ha vivido desde que empezó a trabajar en Cane en junio, está empezando a sentirse como un hogar. Decoró su casa con un pequeño árbol de Navidad lleno de “adornos que hacen los niños en la escuela”. Ella les ha enseñado a sus hijos que la festividad “no se trata de regalos, sino de orar y reflexionar sobre el nacimiento de Jesús y limpiarse espiritualmente para comenzar el nuevo año”.

Para librarse de las malas energías, la actriz sigue un ritual tras otro el 31 de diciembre. Viste ropa interior amarilla “para traer prosperidad”, come 12 uvas a medianoche –pidiendo un deseo con cada una–, reparte ramitas de trigo “para que que habrá suficiente comida”, y a veces camina por la cuadra arrastrando una maleta con la esperanza de poder “viajar todo el año”. ¡Esperemos que Santa esté escuchando!