En una impactante revelación, Camila, una de las competidoras más emblemáticas del “Desafío” en ediciones pasadas, confiesa cómo su regreso al programa en 2024 la llenó de temores y dudas. Habiendo sido parte de la primera dupla eliminada en el Ciclo Dorado de esta edición del Desafío, la deportista responde a sus críticos, aborda los cambios que ha experimentado a lo largo de los años y cómo estos han influido en su rendimiento. ¿Estaba realmente lista para competir de nuevo?

La presión de la competencia y la carga de las expectativas

“Ya no quería saber de competencia, estaba cansada”, comienza diciendo Camila, con una sinceridad que deja ver la enorme presión bajo la que ha vivido. Durante su trayectoria en el Desafío, Camila siempre fue vista como una de las competidoras más fuertes y dedicadas, algo que, con el tiempo, comenzó a pesarle. “En un año bajé como 8 kg de masa muscular, eso es demasiado”, confiesa, subrayando el impacto físico y mental que ha tenido mantener un nivel tan alto de rendimiento.

La expectativa que la gente tenía de ella no solo la abrumaba, sino que también la enfrentaba a críticas que cuestionaban su capacidad para seguir siendo la mejor. Camila expresa cómo este tipo de comentarios la afectaron profundamente, creando una carga emocional que se sumaba al desgaste físico.

El peso de la gloria pasada

Cuando se le pregunta si pondría el “chaleco de sentencia” a quienes dicen que su mejor versión se quedó en el pasado, Camila responde con determinación: “Claro que se los pondría para que vengan y miren a ver si es fácil”. La frase refleja su lucha interna y su deseo de demostrar que, aunque los años han pasado, sigue siendo una competidora formidable.

Camila recuerda con nostalgia sus participaciones anteriores en el Desafío, especialmente en las ediciones de 2017 y 2018, cuando estaba en su “mejor momento” tanto física como mentalmente. En ese entonces, su vida giraba en torno al entrenamiento y la competencia, dedicándole hasta 8 horas al día a perfeccionar su rendimiento. Sin embargo, con el paso del tiempo, su enfoque cambió, y otras prioridades comenzaron a tomar el lugar del deporte.

El cambio de prioridades y el adiós al entrenamiento intensivo

Los últimos seis años han sido una montaña rusa para Camila. Aunque continuó entrenando, la llegada de la pandemia marcó un punto de inflexión en su vida. “Decidí que no voy a competir más”, comparte, explicando que la pausa forzada por la pandemia le permitió reevaluar sus prioridades y decidir que era el momento adecuado para cerrar ese capítulo de su vida.

La transición de una vida enfocada en el deporte a una dedicada a la odontología no fue fácil. Camila reconoce que “matar el ego competitivo” fue uno de los desafíos más grandes a los que se enfrentó. Sin embargo, una vez que comenzó a trabajar en su nueva carrera, se dio cuenta de cuánto le apasionaba. “Me enamoré de la odontología”, dice, destacando cómo su disciplina y determinación se trasladaron de los entrenamientos al consultorio.

La presión de mantener la imagen y el impacto en la salud mental

Uno de los aspectos más difíciles de su regreso al Desafío fue enfrentarse a las expectativas de los demás y a las suyas propias. Camila admite que se sintió abrumada por la necesidad de mantener su rendimiento al mismo nivel que en sus ediciones anteriores. “Mantener esa expectativa de la gente abruma”, afirma, dejando claro que la presión no solo venía de fuera, sino también de su propio deseo de no decepcionar.

El impacto de este regreso no fue solo físico, sino también mental. Camila explica que durante su tiempo en el Desafío, su mente divagaba constantemente, y que estar en la casa tanto tiempo la llevó a confrontarse con muchos de sus miedos y dudas. “Me confrontó mucho esta vez, este desafío me movió muchísimo internamente”, confiesa, señalando que aunque su tiempo en la competencia fue breve, las emociones que experimentó fueron intensas.

El legado de Camila en el Desafío y la responsabilidad de representar a las mujeres

A lo largo de su carrera en el Desafío, Camila dejó una huella imborrable. Fue la última mujer en salir en dos ediciones consecutivas, compitiendo codo a codo con hombres en pruebas extremadamente exigentes. “Yo les daba mucho a ellos la guerra, no me les quedaba atrás”, recuerda, destacando cómo su fuerza y determinación la hicieron destacar en un ambiente dominado por hombres.

Sin embargo, con el paso del tiempo, Camila reconoce que “genéticamente ya hay algo que de verdad ya me vence”, una aceptación que no fue fácil de alcanzar. Este reconocimiento de sus limitaciones físicas no ha disminuido su legado, sino que lo ha humanizado, mostrando que incluso los más fuertes tienen que adaptarse y evolucionar.

El regreso inesperado y las dudas sobre su preparación

Cuando recibió la llamada de Santiago para invitarla a los 20 años del Desafío, Camila no esperaba que fuera para competir. “Pensaba que era una invitación a celebrar algo, no a competir”, comparte. Esta sorpresa la dejó en una posición vulnerable, sintiendo que tenía una “responsabilidad” que no estaba segura de poder cumplir, dado que no había estado entrenando con la misma intensidad que antes.

A pesar de estas dudas, Camila confiaba en lo que tenía “adentro”, en su capacidad de adaptación y en su experiencia acumulada. “El desafío es algo que se lleva en el corazón”, afirma, enfatizando que la competencia no es solo física, sino también mental y emocional.

Reflexiones sobre el cambio en la dinámica del Desafío

Comparando su experiencia actual con sus ediciones anteriores, Camila nota un cambio significativo en la dinámica del programa. “Siento que se vive mucho más drama, más como una telenovela que la real competencia”, comenta, añorando las épocas en las que la competencia era el centro de todo. Este cambio, según ella, hizo que su mente divagara más, confrontándola con pensamientos y emociones que antes no eran tan prominentes.

A pesar de estas diferencias, Camila valora profundamente su legado en el Desafío y el impacto que ha tenido en los demás. “Esta invitación me hizo darme cuenta de muchas cosas que hice en el Desafío que yo ya había olvidado”, reflexiona, apreciando la oportunidad de volver a enfrentarse a sus propios límites, incluso si estos han cambiado con el tiempo.

Un legado de fuerza y vulnerabilidad

El regreso de Camila al Desafío 2024 ha sido una experiencia que, aunque breve, ha estado cargada de emociones y revelaciones. A través de su historia, nos muestra que la fortaleza no solo se mide en términos de rendimiento físico, sino también en la capacidad de adaptarse a los cambios, aceptar las limitaciones y continuar adelante a pesar de las dudas y los miedos.

Camila no solo ha dejado una marca en el Desafío por su fuerza y destreza, sino también por su humanidad, mostrando que incluso los más fuertes enfrentan desafíos internos que a veces son más difíciles de superar que cualquier prueba física. Su historia es un recordatorio de que el verdadero desafío está en el corazón y en la mente, y que cada etapa de la vida trae consigo nuevas lecciones y oportunidades para crecer.