sola de Brasil a EE. UU., logró encontrar “un faro de esperanza” con la ayuda de Torres.

Según sus sitios web, Torres ofrecía coaching motivacional a través de una suscripción. Ella contaba con un servicio que incluía “amor, dinero y la autoestima que siempre soñaste”; en varias instantáneas, se publicitaba a un costado del actor estadounidense, Leonardo DiCaprio, quien habría sido su pareja sentimental.

Los vídeos de autoayuda de Torres aseguraban que, la persona interesada, podría resolver sus problemas personales, económicos o laborales; e, incluso, si el que contrató los servicios pagaba USD 150, podía tener acceso a una videoconferencia con Torres para resolver cualquier otro conflicto que tuviera mediante hipnosis, meditación o ejercicio.

En algún momento, Torres le sugirió a Ana que se mudara con ella a su apartamento, luego de ofrecerle un empleo. De haber contratado sus servicios, ahora trabajaría de tiempo completo con Torres. Era un sueño, contó Ana. Bastó solo un día para que, tras su arribo a la casa de la influencer a Nueva York en 2019, se percatara que su estilo de vida distaba mucho de lo que compartía en sus redes sociales.


Kat Torres en una alfombra roja en West Hollywood, California (Getty)© Proporcionado por Independent en Español

A cambio de USD 2.000 mensuales, ella aceptó cuidar a sus animales, lavarle la ropa e, incluso, limpiar cada espacio que estaba completamente sucio tras su arribo. Cabe mencionar que, dichos pagos nunca se efectuaron; y cuando Ana la increpaba acerca de su salario, ella se ponía violenta y únicamente daba excusas sinsentido.

Según su asistente, Torres gozaba de tenerla encerrada y en completa indefensión.

Así fue como reclutó a Desirrê Freitas, una mujer brasileña que vivía en Alemania; y Letícia Maia, también brasileña. Ambas estuvieron en el radar del FBI, luego de que sus familias reportaran su desaparición.

En su afán de ‘venderles’ la vida que querían, Torres retuvo el dinero de Freitas y Maia; y en el caso de la primera, la obligó a depositarle más de USD 21.000 a su cuenta en julio de 2022; las autoridades creen que un monto sustancial también fue otorgado en efectivo a la supuesta “coach de vida”.

También la instó para que trabajara en un bar de striptease y cedió por presiones.

La cuota para poder volver a casa y tener un techo donde dormir, luego de su jornada laboral en el trabajo sexual, era de entre USD 1.000 a 3.000 por día.

Fue así que Ana, así como los familiares de las víctimas, comenzaron a hacer una campaña mediática para hallarlas. Las chicas, que ya vivían en Texas con la influencer, viajaron hasta Maine para escapar de la justicia. Todas cooptadas por Torres.

Fue hasta noviembre de 2022, cuando las autoridades le sugirieron a Torres y las demás mujeres para que se presentaran a declarar y aseguraran que todo estaba bien entre ellas; la sorpresa apareció cuando una serie de “banderas rojas” activaron las sospechas de la Policía.

Un mes después, las chicas regresaron sanas y salvas a Brasil; y Torres fue puesta a disposición de las autoridades por tráfico de personas. Ana, la exrepresentante de Torres, aseguró que tras recibir amenazas de muerte de la influencer, está convencida que hay más víctimas que aún no han decidido alzar la voz.

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