El mundo del entretenimiento, con todo su glamour y brillo, ha sido durante mucho tiempo un lugar de sueños, pero también un espacio oscuro y peligroso. Durante décadas, Hollywood ha estado plagado de secretos a voces, situaciones en las que todos conocen la verdad, pero nadie se atreve a hablar abiertamente. La historia de figuras poderosas como Harvey Weinstein, Kevin Spacey, Louis C.K., James Toback, Jeffrey Tambor, Brett Ratner, James Franco, y Dustin Hoffman ha revelado cómo estos secretos han permitido a los depredadores sexuales operar con impunidad, causando un daño incalculable a innumerables personas.

El caso de Harvey Weinstein, el magnate del cine que cayó en desgracia, es quizás el ejemplo más emblemático de esta cultura de secretos. Durante años, Weinstein fue una figura todopoderosa en la industria del cine. Películas aclamadas como “Chicago” y “El Señor de los Anillos” se realizaron bajo su supervisión, y muchos actores y directores le debían sus carreras. Sin embargo, detrás de su éxito se escondía un patrón de abuso y acoso sexual que duró décadas. Weinstein utilizaba su poder para coaccionar a mujeres jóvenes, prometiéndoles carreras brillantes a cambio de favores sexuales.

A pesar de las numerosas acusaciones que se hicieron contra él a lo largo de los años, Weinstein permaneció en el poder. Las mujeres que intentaron alzar la voz se encontraron con una industria que no solo las ignoraba, sino que las castigaba. Un ejemplo notable es el de la actriz Mira Sorvino, quien rechazó las insinuaciones de Weinstein en 1995. Tras contarle a una empleada de Miramax sobre el acoso, Sorvino fue silenciada y su carrera se vio afectada, ya que fue etiquetada como una persona “difícil” con la que trabajar.

Para entender por qué estos secretos a voces perduraron durante tanto tiempo, es necesario comprender las dinámicas de poder en Hollywood y el concepto de “traición institucional”. Introducido por la psicóloga Jennifer Freyd en 2007, este término se refiere a la traición que ocurre cuando una institución en la que una persona confía o de la que depende la maltrata o no la protege. Hollywood, con su estructura jerárquica y su obsesión por la imagen y el poder, se ha convertido en un caldo de cultivo para este tipo de traición.

En el caso de Weinstein, su empresa de producción era más que un simple lugar de trabajo; era una institución que protegía a su líder a toda costa. Las mujeres que fueron víctimas de Weinstein no solo sufrieron su abuso, sino que también experimentaron la traición de una industria que debería haberlas protegido. En lugar de recibir apoyo, muchas encontraron que sus carreras se estancaban o terminaban por completo.

Rebecca Roy, una terapeuta que ha trabajado con clientes en la industria del entretenimiento durante más de 13 años, describe Hollywood como un lugar impulsado por el miedo. Para muchas personas, el sueño de triunfar en el cine o la televisión es tan grande que están dispuestas a soportar casi cualquier cosa para alcanzarlo. Sin embargo, este sueño puede convertirse en una pesadilla cuando aquellos en posiciones de poder lo utilizan para explotar a los vulnerables.

El abuso que ocurre dentro de una institución como Hollywood puede ser particularmente devastador debido a lo que se conoce como “trauma de traición”. Este tipo de trauma ocurre cuando la persona abusiva es alguien de quien la víctima depende o con quien tiene una relación de confianza, lo que hace que el abuso sea especialmente dañino. En el contexto de Hollywood, donde los actores y actrices a menudo dependen completamente de los productores, directores y ejecutivos para avanzar en sus carreras, el abuso de poder es aún más insidioso.

Las acciones de Weinstein y su equipo son un claro ejemplo del daño que puede causar una institución cuando no protege a sus miembros. Además, cuando la industria en su conjunto elige ignorar o encubrir el abuso, se agrega otra capa de traición. La falta de un departamento de recursos humanos en Hollywood, así como la complejidad de los procesos para denunciar el acoso, contribuyen a que muchas víctimas permanezcan en silencio.

El estallido del movimiento #MeToo en 2017 marcó un punto de inflexión en la forma en que se aborda el acoso sexual en Hollywood. Tras la publicación de las acusaciones contra Weinstein, miles de mujeres y hombres en todo el mundo comenzaron a compartir sus propias experiencias de abuso y acoso, utilizando el hashtag #MeToo en las redes sociales. Este movimiento, impulsado por el poder de las redes sociales y el coraje de las celebridades que alzaron la voz, inspiró a otros a hacer lo mismo.

Pero, ¿por qué este cambio ocurrió en ese momento y no antes? Una posible explicación es el clima cultural que siguió a la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos en 2016. El infame video de “Access Hollywood” en el que Trump alardea de agredir sexualmente a mujeres fue un catalizador para que muchas personas, especialmente mujeres jóvenes, se sintieran más empoderadas para hablar sobre sus propias experiencias.

Desde que estalló el escándalo de Weinstein, tanto el Screen Actors Guild como el Writers Guild han visto un aumento significativo en las denuncias de acoso. Sin embargo, el camino hacia un Hollywood más seguro y justo es largo y complicado. Aunque algunos estudios y productoras han comenzado a implementar nuevas políticas para abordar el acoso, la cultura profundamente arraigada de la industria sigue siendo un desafío.

Uno de los problemas más difíciles de resolver es la falta de claridad sobre lo que constituye abuso en un entorno tan único como un set de filmación. En un lugar donde los actores a menudo deben simular relaciones íntimas o escenas de sexo, la línea entre lo que es y no es abuso puede volverse borrosa. Esto, combinado con la falta de supervisión adecuada, ha permitido que comportamientos inapropiados se normalicen y perpetúen.

Otra forma en que Hollywood ha perpetuado esta cultura de abuso es a través de su representación en la pantalla. Durante décadas, el acoso sexual ha sido retratado en películas y programas de televisión de manera trivial, humorística o incluso romántica. Series como “Cheers” presentaban situaciones en las que las mujeres eran acosadas y no se les creía, y se esperaba que el público riera o simpatizara con los acosadores.

Estas representaciones no solo reflejan la realidad del abuso en la industria, sino que también influyen en el comportamiento de la audiencia. Al normalizar el acoso y presentarlo como algo aceptable o divertido, Hollywood ha contribuido a una cultura en la que las víctimas son silenciadas y los abusadores son protegidos.

A medida que más mujeres y hombres se atreven a hablar y denunciar el acoso en Hollywood, la industria se ve obligada a enfrentar su historia de secretos a voces. El movimiento #MeToo ha demostrado que el cambio es posible, pero también ha revelado cuán profundamente arraigados están los problemas de poder y abuso en el mundo del entretenimiento.

El futuro de Hollywood dependerá de la disposición de la industria para hacer frente a estos problemas de manera abierta y honesta. Esto incluirá no solo la implementación de políticas más estrictas y la creación de mecanismos para denunciar el abuso, sino también un cambio en la cultura general de la industria. Solo entonces Hollywood podrá comenzar a sanar las heridas que ha infligido a tantos durante tantos años y convertirse en un lugar donde los sueños se hagan realidad sin el temor de la traición y el abuso.